Taxonomía y nomenclatura
Bubalus arnee bubalis (Linnaeus, 1758)
Nombrado primero en su forma doméstica como Bos bubalis (Linnaeus, 1758), y más tarde en su forma silvestre como Bos arnee (Kerr, 1792). Luego se adoptó el género Bubalus. La Comisión Internacional para la Nomenclatura Zoológica (ICZN 2003) resolvió que es válido dar el mismo nombre científico a especies silvestres y domésticas derivadas, adoptando el nombre antedatado, Bubalus bubalis (Linnaeus, 1758). Teta et al. (2018) indican que para especies domesticadas se debe usar el nombre de la forma silvestre como epíteto específico y el de la doméstica como subespecífico, en este caso Bubalus arnee bubalis. Sin embargo, el uso de Bubalus arnee para formas silvestres está muy extendido: la IUCN considera así a las formas silvestres y B. bubalis a las domésticas (Kaul et al. 2019).
Información general
Actualmente existen poblaciones remanentes en parte de la República de la India, Bután, sur de Nepal, Tailandia, Myanmar y Camboya. Se la considera extinta en Bangladesh, Vietnam, en parte de Malasia, islas de Sumatra, Java, Borneo y probablemente en Lao (Kaul et al. 2019).
Bubalus arnee se encuentra categorizada globalmente como En Peligro (EN), con tendencia a la declinación (Kaul et al. 2019).
Fuertemente asociado a ambientes húmedos: desde bosques de ribera hasta humedales como pantanos y pastizales inundables. En general habita a baja altitud, pero en los pantanos de Nepal se lo encuentra a 2800 msnm.
El búfalo de agua es un bóvido grande con cuernos en forma de media luna de hasta 2 metros en ambos sexos. El pelaje es ralo, largo, de color gris a negro en todo el cuerpo con excepción de las patas debajo de las rodillas que son de color blanquecino grisáceo. La cola es relativamente larga y tupida en su punta. Tiene una distintiva marca blanca en forma de "V" en la parte inferior del cuello.
El sistema de apareamiento es poligínico. Las hembras alcanzan la madurez sexual al año y medio, y los machos a los 3 años de vida. La gestación dura entre 312 y 334 (promedio 320) días y las hembras son capaces de producir en promedio una cría cada 2 años (Tulloch 1979).
Ocasionalmente se pueden observar grupos de más de 100 individuos.
En Australia se han registrado clanes (grupos familiares de hembras) con áreas de acción de entre 170 a 1000 ha (Nowak 1999).
Información sobre invasión
Desconocida. Principios de siglo XX.
Provincia de Entre Ríos.
Crudeli, G. A., E. M. Patiño, P. Maldonado Vargas, & J. L. Konrad. 2014. Pasado, presente y futuro del búfalo en Argentina. Revista Veterinaria 25:140-145.
Los primeros búfalos fueron introducidos a principios del siglo XX en el sur de Entre Ríos con fines productivos, importados de Rumania (Crudeli et al. 2014). Al fracasar la experiencia de cruzarlos con Bos taurus algunos fueron liberados con fines cinegéticos (Crudeli et al. 2014). Sin embargo, otros mencionan que la primera introducción ocurrió en Corrientes en el 1900 exclusivamente para caza (Petrides 1975; Long 2003). En 1979 ocurrió otro intento de introducción con fines productivos en la Estancia Santa Rosa (Esquina, Corrientes) y en las estancias La Florencia y La Alicia (San Cristóbal, Santa Fe) (Crudeli et al. 2014).
En islas del Delta del Paraná (Campana, Buenos Aires) se ha identificado un grupo asilvestrado proveniente de individuos que escaparon de un establecimiento ganadero.
En el Parque Nacional El Palmar (Entre Ríos) se registró un escape de búfalos de agua de un establecimiento productivo vecino que pudo ser controlado.
En enero de 2018 se liberaron búfalos asiáticos, junto con antílopes, en el centro-oeste de la provincia de Santiago del Estero (cercanías de la localidad de Guampacha), producto de un allanamiento a un coto ilegal.
En los esteros del Iberá, los búfalos utilizaban sabanas de Copernicia alba y Prosopis affinis, pastizales húmedos de Andropogon lateralis (malezales), bosques higrófilos y bordes de esteros (Cirignoli S., obs. pers.). Mientras que en el Delta del Paraná ocupa pajonales, pastizales, plantaciones forestales y bosques mixtos.
Numerosos trabajos en otras latitudes describen cambios significativos en la estructura y composición de la vegetación producto del sobrepastoreo (Skeat et al. 1996; Alho et al. 2011; Michels et al. 2012; Bisaggio et al. 2014), la compactación del suelo por el pisoteo y la formación de revolcaderos que aceleran procesos erosivos y formación de cárcavas (observado también en Esteros del Iberá). También, impactos en la calidad de los cuerpos de agua (Skeat et al. 1996) y dispersión de malezas exóticas (Cowie & Werner 1993). Los cambios en la vegetación, suelos y humedales afectan negativamente a la fauna nativa directa o indirectamente, como sucedió con caimanes y cigueñas en Brasil (Campos 1993; de Moraes et al. 2016) y gansos en Australia (Corbett et al. 1996). La expansión en el Delta del Paraná podría tener un impacto negativo sobre las poblaciones de ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) como se ha visto en Brasil (Tomas & Tiepolo 2005). Sin embargo, en Venezuela Hoogesteijn & Hoogesteijn (2008) proponen que mantener potreros mixtos de búfalos y vacunos ayuda a reducir conflictos humanos con grandes depredadores como el yaguareté (Panthera onca), y el puma (Puma concolor).
En nuestro país hoy se cuenta con rodeos de búfalo asiático, principalmente para carne, pero también para cuero y leche, en casi todas las provincias del país, en especial Formosa y Corrientes que cuentan con más de 30.000 cabezas cada una. La carne se exporta a Brasil, Chile (desde diciembre de 2017), Italia y Vietnam, y se la considera la “nueva revolución ganadera”. Además, existen emprendimientos cinegéticos turísticos que ofrecen a esta especie, al menos en las provincias de La Pampa, Neuquén y Santa Fe.
Se ha detectado la presencia de Brucella abortus, Mycobacterium bovis, Neospora caninum, Toxoplasma gondii y Leptospira en Corrientes, Chaco y Formosa (Crudeli et al. 2007; Campero et al. 2007; Guanziroli Stefani et al. 2008; Konrad et al. 2013); anticuerpos contra Babesia bovis (Ferreri et al. 2008); y anticuerpos contra el virus de la diarrea viral bovina (BVDV-1 y BVDV-2) en el noreste argentino (Craig et al. 2015; Pecora et al. 2017). Otros virus aislados de búfalo son Parainfluenza bovino tipo 3 (Maidana et al. 2012), Herpesvirus bubaline 1 (BuHV1) (Maidana et al. 2014) que se transmite al ganado (Maidana et al. 2016), y el virus de la rabia (Delpietro et al. 1997). Búfalos infectados experimentalmente con Babesia bovis redujeron considerablemente su carga parasitaria mediante un mecanismo inmune innato (Benítez et al. 2018). La leche de búfala disminuyó el desarrollo de cáncer de colon en ratas inducidas (Ramírez et al. 2012).
Manejo
Existen programas de promoción de la cría de búfalo de agua en ambientes marginales como las islas del Paraná (Steverlynck 2014) y en el país en general, bajo el amparo de la Asociación Argentina de Criadores de Búfalos.
En los Esteros del Iberá, particularmente en la reserva privada Rincón del Socorro, se logró la erradicación de un grupo de 50 búfalos asilvestrados como resultado de un intenso programa de monitoreo y control de especies exóticas (véase Cirignoli 2010a). El proceso de erradicación duró cerca de cuatro años (2006-2010) (Cirignoli 2010b, Cirignoli S., datos no publicados).
Existen marcos normativos vigentes en provincias donde se realiza turismo cinegético y caza deportiva. Entre ellas: Corrientes, Neuquén y San Luis. También existe reglamentación que habilita actividades dirigidas al control y aprovechamiento de la carne en Entre Ríos y en Santa Fe (normativa para caza de control Resolución MMA 204/17).
Distribución y ocurrencia
La ocurrencia de búfalo asiático confinado en Argentina atraviesa prácticamente todo el país, tanto para actividad ganadera y lechera, como cinegética. Las poblaciones asilvestradas detectadas a la fecha representan puntos del espacio donde los individuos han sido liberados deliberadamente o han escapado del confinamiento. En la provincia de Neuquén se encontraba presente en un coto de caza-criadero; sin embargo, desde 2005 no ingresan individuos a la provincia por la barrera a la fiebre aftosa, y los grupos remanentes fueron eliminados.
La presencia de grupos de búfalo de agua silvestres dentro de áreas protegidas como el Parque Nacional Iberá (Corrientes) y el Parque Nacional El Palmar (Entre Ríos) fueron eliminados exitosamente (Cirignoli S., obs. pers.).
Proyectos
Necesidad de conocer las zonas geográficas que tienen emprendimientos productivos con búfalos de agua, donde existe el riesgo potencial del escape y suelta de animales. Necesidad de detección y monitoreo de poblaciones silvestres.
Bibliografía de referencia
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