Taxonomía y nomenclatura
Castor canadensis (Kuhl, 1820)
Aunque el origen del género Castor es desconocido, se sabe de su existencia en Europa a fines del Mioceno (que acabó hace unos 5.300.000 años) y en Norteamérica a mediados del Plioceno (el período siguiente, que terminó hace alrededor de 1.800.000 años). Castor es el único género viviente de la familia Castoridae, representado sólo por dos especies: Castor canadensis en Norteamérica, y Castor fiber en Eurasia. Ambas derivan de un ancestro común. Llevan aisladas 9.000 años, quizás 24.000.
Información general
La especie se encuentra ampliamente distribuida en Norteamérica, desde el norte de Canadá hasta el norte de México (Jenkins & Buscher 1979).
El castor está asociado a cuerpos de agua, incluyendo una diversidad de hábitats lóticos (ríos, arroyos, chorrillos) y lénticos (lagunas, humedales) que pasan por biomas terrestres tan diversos como arbustales, pastizales y bosques.
El castor es el roedor más grande de Norteamérica y uno de los grandes del mundo. En Tierra del Fuego argentina, puede llegar hasta los 30 kg (promedio 23 kg) y hasta 120 cm de largo. Su cola aplanada en forma de remo es una característica distintiva. Su coloración puede ser desde marrón oscuro a marrón rojizo. Está adaptado a la vida semiacuática; sus orejas y nariz tienen válvulas que se obturan cuando se sumerge; puede cerrar los labios detrás de sus prominentes incisivos para cortar madera debajo del agua; y su cola y patas son aptas para la natación.
El castor con respecto a la dieta es “especialista” de plantas, pero “generalista” dentro de ello.
En Tierra del Fuego argentina, el periodo reproductivo comienza en junio y se extiende hasta septiembre con un pico en julio. Se observaron cicatrices placentales entre noviembre y marzo. Las hembras con fetos fueron detectadas entre septiembre y noviembre, por lo que, considerando el inicio del periodo reproductivo, puede estimarse una gestación entre 90 y 100 días. Los nacimientos ocurren entre septiembre y diciembre con una camada promedio por año de 3,4 crías (Lizarralde et al. 2008).
Las colonias de castores constituyen grupos familiares de entre 2–6 individuos.
El castor es un ejemplo clásico de estrategia de alimentación con lugar central (“central place forager”), concentrando su área de acción en las cercanías de su madriguera. Las publicaciones sobre la temática en la isla Grande de Tierra del Fuego, indican que su distancia de forrajeo se extiende de 28 a 60 m (max. 90–120 m) desde el borde de la castorera (Lizarralde et al. 2008; Anderson et al. 2009), concentrando su máxima actividad en los primeros 30 m desde el embalse y con una preferencia por árboles de menos de 10 cm de diámetro (Camilion 1996).
Actualmente es casi nulo el uso económico del castor en Tierra del Fuego argentina. La caza del castor no se realiza con fines económicos o recreativos. Aunque la piel podría tener valor económico, no hay un mercado desarrollado en el presente. En relación a la carne, se llevó adelante entre 2005-2007 un proyecto de investigación entre el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) y el Instituto de Tecnología de Alimentos (INTA), concluyendo que la carne es apta para el consumo humano y posee características beneficiosas, entre ellas la presencia de proteínas y ácidos grasos esenciales. No obstante, el mercado de este producto tiene escaso desarrollo, solo encontrándose platos de castor en unos pocos restaurantes gourmet en Ushuaia. Al nivel turístico, existen pocos emprendedores que explotan el castor como atractivo (ej. Valle Hermoso) y también figura en el imaginario social fueguino (ej. Cerro Castor).
Información sobre invasión
1946
Desembocadura río Claro, isla Grande de Tierra del Fuego
ANÓNIMO. 1946. Viaje al Sur. Sucesos Argentinos N° 432. Noticiero gubernamental. Buenos Aires.
LAMB, T. 1969. Letter to Harold Wells. http://www.lambair.com/styled/page40/index.html
En 1946, por una propuesta del Ministerio de Marina, se liberaron en el entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, más específicamente en el Río Claro, 20 individuos de castor, trasladados desde Canadá, con la finalidad de promover la actividad peletera en la región. En aquellos años percibieron la introducción como una forma de “enriquecer” la fauna fueguina (Anónimo 1946; Lamb 1969; Pietrek & Fasola 2014).
No se registran otros eventos de introducción.
En general, el castor se ha dispersado por sus propios medios, sin contar con vectores, salvo tal vez casos limitados de personas que los llevan de un lugar a otro (lo cual no está confirmado). Sus rutas de dispersión en el archipiélago son principalmente la red de sistemas fluviales y lénticos, además de la costa marina y los canales marinos entre islas. Animales que descienden por los cursos de agua en busca de nuevos territorios llegan al mar y se mueven por la costa hasta poder remontar una nueva cuenca. El agua marina no es limitante y a través de la misma ha colonizado las diferentes islas del Archipiélago Fueguino y la zona continental chilena (Lizarralde 1993; Anderson et al. 2009). En el caso de los canales de riego, los castores también pueden utilizar estos sistemas antrópicos en las estancias para expandirse en el sector norte de la isla (estepa fueguina).
Se estima que casi todas las cuencas del sector argentino de la Isla Grande de Tierra del Fuego se encuentran invadidas por la especie, incluyendo ecosistemas de bosque, arbustal, estepa y alto andino. Al ser un ingeniero de ecosistemas, el castor básicamente solo requiere agua y, por sus propios medios, puede generar el ambiente propicio para su establecimiento. En dichos ambientes, se ve modificado el régimen hídrico, generando suelos anegados con el consiguiente impacto sobre el bosque ribereño. Asimismo, se generan ambientes con mayor insolación que favorecen la instalación de especies herbáceas (muchas exóticas) que impiden la restauración natural del bosque. La formación de estanques en terrenos planos o aterrazados incrementa el área de las vegas, con amplias zonas de inundación. El mecanismo de uso de los recursos forrajeros hasta su agotamiento y posterior abandono genera, asociado a la dinámica natural del bosque, claros de difícil restauración (véase Lizarralde 1993; Anderson et al. 2009; Henn et al. 2014, 2016).
Un estudio genético (Fasanella & Lizarralde 2012) más reciente indicó que la población se encuentra todavía en expansión demográfica, pero al nivel geográfico en la parte argentina ya ha llegado a su capacidad de carga con una ocupación de casi todos los ambientes disponibles (Lizarralde 1993). Por lo tanto, mientras la población en la parte argentina de su distribución es estable, la tendencia para la especie en general es en aumento, desplazándose por la zona occidental del extremo sur de Patagonia.
La estimación de la abundancia del castor debe considerar una distinción entre la “abundancia” de su impacto y la cantidad de individuos en un lugar. El número de individuos ha sido menos estudiado, dado que sus impactos son más evidentes (ej. su ocupación de hábitat se basa no solo en el uso de un ambiente sino también su modificación, incluyendo ambientes lénticos como lagos, lagunas y turbales y lóticos como arroyos, ríos y escurrimiento de turbales).
En los años 90, se estimó que Tierra del Fuego argentina tenía entre 30.000 y 50.000 castores (Lizarralde 1993), con mayor ocupación en los ríos de 1er y 2do orden con un gradiente de 0° a 6°, invadiendo estacionalmente y en sus cauces secundarios los ríos de mayor orden (Coronato et al. 2015). La densidad de colonias de castores fluctúa entre 2,0-4,7 colonias km-1 de río en ambientes boscosos y 5,8 km-1 en turbales (Lizarralde 1993).
El castor tiene mayor impacto (y ocupación) en la zona montañosa de la isla (2,8 % la superficie) respecto a la zona esteparia (0,1 %). El mejor modelo predictivo de presencia del castor incluyó los variables de disponibilidad de agua (turbales y arroyos), disponibilidad de alimento (tipo de cobertura boscosa), y topografía (pendiente, elevación) (Henn et al. 2016). Davis et al. (2015) encontraron que la ocupación y distribución de la especie no solo dependen de las condiciones ecológicas sino también del tiempo que lleva la invasión en el sitio.
Actualmente, el único monitoreo sistemático se realiza en el Parque Nacional Tierra del Fuego (Sanguinetti et al. 2014).
Como ingeniero de ecosistemas, el castor afecta tanto los elementos físicos como bióticos del ecosistema. De por sí, la generación de ambientes nuevos conlleva a generar impactos tanto negativos como positivos. La gran inundación de áreas con la creación de diques afecta fuertemente al sotobosque y genera muerte de árboles ribereños, debido a la inundación. También, la transformación de un arroyo en una laguna reduce la diversidad de macroinvertebrados acuáticos. No obstante, no hay que dejar de lado que la generación de estos ambientes lénticos donde antes no los había pone a disposición nuevos hábitats de reproducción para fauna asociada a éstos, como insectos, aves acuáticas o peces (Lizarralde et al. 2008; Anderson et al. 2009).
Se ven afectadas obras civiles como desagües o alcantarillas, obras de drenaje en yacimientos de turba, que implican la erogación de recursos en mantenimiento. Por ejemplo, Vialidad Nacional realiza varias campañas por año para limpiar los efectos del castor en las rutas. También, los estancieros indican que el castor puede afectar su infraestructura. A su vez, información de la Dirección General de Bosques (SADSyCC) postula que esta especie ha afectado entre un 3 y 5 % de la superficie de los bosques, lo cual no solo implica una disminución en la capacidad productiva de los mismos, sino también su valor de utilidad. Todo lo anterior implica impactos económicos, pero no se han estudiado para precisar estos costos.
Aunque no se ha comprobado en Tierra del Fuego, el castor podría afectar negativamente la calidad del agua por contaminación con materia fecal (presencia de E. coli) y es potencial transmisor de parasitosis (Giardia) (Nash et al. 1985; Wenman et al. 1986; Erlandsen et al. 1990).
Manejo
El Parque Nacional Tierra del Fuego tiene un único plan manejo vigente que ha funcionado desde el año 2000 (Sanguinetti et al. 2014). También, a partir del proyecto GEF para una Estrategia Nacional de Especies Exóticas Invasoras se desarrollaron experiencias pilotos de erradicación en la isla, incluyendo la capacitación de cazadores remunerados. Este proyecto ya concluyó pero generó una figura de cazadores profesionales y remunerados que deberían quedar bajo la órbita de la Secretaría de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático de la Provincia para continuar las tareas de control.
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Proyecto GEF. 2015-2018. Componente Castor, Estrategia Nacional de Especies Exóticas Invasora.
A partir del proyecto GEF sobre la Estrategia Nacional de Especies Exóticas Invasoras Componente Castor, se proyecta que el Gobierno de Tierra del Fuego continuará realizando control de castor en sitios puntuales, como las áreas protegidas provinciales.
No existe un marco normativo consolidado que trate de manera integral el manejo y erradicación del castor. En 2006, se sancionó una ley provincial en Tierra del Fuego que declara al castor “dañina y perjudicial”, e incita a su control y erradicación (696/06). En paralelo, Chile y Argentina comenzaron a reunirse para tratar de manera binacional la problemática, cuyo resultado fue la firma de un acuerdo de intención y cooperación por ambas cancillerías en 2008. Luego, se publicaron dos resoluciones nacionales (COFEMA n°261/13 y SAyDS-TDF N°1048/14) que declaran al castor Especie Exótica Invasora y apoyan la implementación del GEF.
Distribución y ocurrencia
A partir del 1946, el castor rápidamente expandió su distribución por casi todo el Archipiélago Fueguino, colonizando las islas al sur del canal Beagle, como Navarino, Dawson, Nueva, Lennox, Picton y Hoste (todas en Chile). Actualmente, no hay confirmación de presencia la isla de los Estados (Argentina) (Anderson et al. 2009; Valenzuela et al. 2014) y recientemente Huertas Herrera et al. (2017) alertaron sobre una posible presencia en las Islas Wollaston a partir de análisis de imágenes satelitales.
Aparentemente, el castor colonizó primero el bioma boscoso, llegando a tener densidades altas en casi todas las cuencas hídricas ya en los años 1990s (Lizarralde et al. 1993). Si bien los ecosistemas esteparios y pastizales fueron colonizados más tarde que los bosques (Anderson et al. 2009; Pietrek et al. 2015), un estudio demográfico reciente sugiere que estos ambientes no son sub-óptimos (Pietrek et al. 2016).
La invasión del continente fue confirmada al sur de la ciudad de Punta Arenas (Chile) a mediados de los años 1990 (Wallem et al. 2007), pero un estudio dendrocronológico reciente indica que la llegada a Patagonia continental podría haber sido tan temprano como 1968 (Graells et al. 2015). En 2013, castores fueron registrados cerca de Puerto Natales (Chile) (Sanguinetti et al. 2014). Hasta la fecha, no se han detectado en la provincia de Santa Cruz.
La especie se encuentra presente en las siguientes áreas protegidas de Tierra del Fuego:
- Parque Nacional Tierra del Fuego
- Reserva Provincial Corazón de la Isla
- Reserva Provincial Laguna Negra
- Reserva Provincial Río Valdez
- Reserva Provincial Costa Atlántica de Tierra del Fuego
Proyectos
Desde la firma del convenio binacional entre Argentina y Chile para trabajar para la erradicación de la especie, se ha ido modificando la agenda de investigación hacia estudios más aplicados sobre manejo y sobre la dimensión social de la problemática. Anderson et al. (2017) relevó la opinión de expertos en la temática sobre necesidades, encontrando que hubo mucha similitud entre gestores e investigadores la priorización global iba en el siguiente orden (dos temas tuvieron el mismo puntaje):
Aspectos aplicados/técnicos
- Temas económicos
- Cuestiones político-normativas
- Dimensión socio-cultural
- Consideraciones institucionales
- Biología: ya hay suficiente información
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