Categorías de conservación
Estudios genéticos de la especie en toda su distribución han dado como resultado la identificación de dos grupos que divergen en cuanto a ADN mitocondrial y nuclear, que se encuentran separados desde hace más de 200.000 años y que deben ser considerados “Unidades Evolutivas Significativas” (UESs, Cossíos et al. 2012). Estas UESs, cuya separación se encuentra entre los 26° y los 35° latitud sur, se diferencian claramente en Argentina, no solo por esta variabilidad sino por las problemáticas de conservación que enfrentan. En la zona norte las principales amenazas son la pérdida y degradación de hábitat producidas por la actividad minera. Localmente la presión humana relacionada a la ganadería y la recolección de leña puede ser importante, teniendo en cuenta que en Argentina la densidad poblacional humana es baja pero ampliamente distribuida en la zona de alta cordillera donde habita el gato andino. La UES del sur, en cambio presenta una mayor densidad poblacional humana, asociada a un impacto directo por cacería de represalia y por ataques de perros, combinados con degradación de hábitat producto de la ganadería extensiva y actividad petrolera. La información actualmente disponible sugiere que el gato andino es una especie muy especializada a ambientes particulares y que, como consecuencia, en toda su área de distribución en nuestro país esta especie tendría poblaciones fuertemente fragmentadas y con densidades muy bajas, por lo cual la pérdida de unos pocos individuos puede tener serios efectos poblacionales.
El cambio de categoría en relación a versiones anteriores no es debido a un incremento en la intensidad de las amenazas, sino a un mayor conocimiento de las características de la especie, ya que estudios recientes (Villalba et al. 2016) estiman que la población de individuos maduros de gato andino es menor que 1.400 individuos, proponiendo que ninguna población posee más de 250 individuos maduros.
La subpoblación del norte argentino corresponde a la UES más ampliamente distribuida de gato andino, y tiene continuidad con los países fronterizos Chile y Bolivia. Esta subpoblación abarca los registros de presencia de la parte alta de la cordillera de los Andes en las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, hasta el norte de San Juan, zonas donde la densidad poblacional humana es baja pero se encuentra ampliamente distribuida. Las principales amenazas para la UES del norte son la pérdida y degradación de hábitat producidas por la actividad minera, los ataques por perros y, en forma menor, la caza por parte de pobladores locales. Se estima una población menor a 2.500 individuos, con subpoblaciones menores a 250.
La UES del sur es genéticamente única y por lo tanto presenta relevancia especial para la conservación a largo plazo de la especie por enriquecimiento del pool génico. Se ha registrado la presencia de la especie desde el centro de la provincia de Mendoza, hasta el centro de la provincia de Neuquén. En esta región hay mayor cantidad de poblados, lo que se traduce en un impacto directo sobre la especie por cacería de represalia y ataques de perros, combinados con degradación de hábitat producto de la ganadería extensiva y la actividad petrolera. Se estima que la subpoblación posee menos de 250 individuos maduros, con una disminución continua proyectada mayor al 25% en una generación.
Tarifa & Aguirre (2009)
DS 151/2007 MINSEGPRES
Taxonomía y nomenclatura
Leopardus jacobita (Cornalia, 1865)
El gato andino originalmente era el único representante del género Oreailurus (Cabrera 1940; Nowell & Jackson 1996; Yensen & Seymour 2000), sin embargo, estudios recientes lo incluyen dentro del género Leopardus, junto al resto de los felinos neotropicales pequeños cuya especiación es comparativamente reciente (Johnson et al. 2006). El nombre específico, en honor a Jacobita Mantagazza, no debe declinarse a jacobitus (Yensen & Seymour 2000) como se ve en la literatura.
Sinónimos:
Felis jacobita Cornalia, 1865
Oreailurus jacobita (Cornalia, 1865)
Oreailurus jacobitus (Cornalia, 1865) [orth. error]
Información relevante para la evaluación del estado de conservación
Debido a la falta casi completa de datos históricos sobre las poblaciones es muy difícil estimar las tendencias poblacionales, aunque la baja diversidad génica, indicaría extinciones recientes. Es posible que, en algunas regiones, en particular en el norte del país, el despoblamiento de las zonas rurales esté favoreciendo una recuperación de las poblaciones. Sin embargo, las modificaciones ambientales debidas a las actividades ganaderas y, más aún, a las asociadas con las industrias extractivas, están alterando negativamente la calidad del hábitat de esta especie extremadamente especializada. Actualmente existe un elevado registro de gatos andinos cazados por ganaderos.
Según Pacifici et al. (2013) el tiempo generacional estimado para el gato andino es de 1392,97 días, calculado en base al tiempo reproductivo de vida estimado (3693 días) y la edad estimada cuando ocurre la primera reproducción (322 días). El gato andino es una especie que no se encuentra en cautiverio, existiendo solo un registro de un individuo macho en guarda temporal en el Zoológico Vesty Pakos de La Paz (Bolivia), previo a su devolución a su hábitat. Debido a estos antecedentes, todos los valores utilizados por Pacifici et al. (2013) se encuentran basados en extrapolaciones de otras especies de carnívoros de similar tamaño o género. Si bien el gato andino comparte género con casi todos los felinos del nuevo mundo, los registros fotográficos aparentan indicar un comportamiento reproductivo distinto a otros felinos pequeños, ya que nunca se han registrado más de dos crías (predominantemente una) y estas acompañan hasta un tamaño considerable a la hembra. Es por esto, y por el bajo número poblacional de esta especie, que se considera más conservador optar por la categoría de “desconocido” para definir el tiempo generacional del gato andino.
La diversidad genética global es baja, aparentando indicar fenómenos de extinción local recientes. Estudios genéticos globales han permitido identificar dos grupos que divergen en cuanto a ADN mitocondrial y nuclear, separados desde hace más de 200.000 años y considerados “Unidades Evolutivas Significativas” (UESs, Cossíos et al. 2012), cuya separación está entre los 26° y los 35° latitud sur. La UES del norte se divide en dos “Unidades de Manejo” (UMs, i.e. poblaciones que comparten alelos mitocondriales y nucleares pero en distinta frecuencia) aunque en Argentina solo se presenta una de ellas. La UES del sur solo se encuentra en Argentina.
En Argentina se identifican tres localidades que aparentemente presentan bajo o nulo intercambio entre si:
Norte: desde Jujuy hasta la diagonal árida en la Rioja,
Centro: desde el norte de San Juan hasta el NO de Mendoza
Sur: población patagónica, desde el centro-Este de Mendoza hasta el centro-Este de Neuquén.
Rango geográfico, ocurrencia y abundancia
El gato andino en Argentina presenta una distribución asociada a la cordillera de los Andes y a la Estepa Andina del Sur. Existen registros recientes confirmados en Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza y Neuquén. En Tucumán existen registros menos recientes, aunque confiables y no se descarta aún la posibilidad de que la distribución se extienda a ambientes similares en Río Negro.
Al no haber registros históricos sobre la distribución de la especie, no se pueden hacer aseveraciones sobre los causales de la distribución actual, aunque su escasa variabilidad genética sugiere que ha sufrido procesos de cuello de botella probablemente asociados a recientes periodos glaciales o colapsos poblacionales por alteración de la disponibilidad de presas. En particular, es probable que el fenómeno de casi-extinción producido por sobreexplotación de la chinchilla haya derivado en reducciones de poblaciones de gato andino, disminuyendo la distribución global de la especie e incrementando la fragmentación de su área de distribución.
Existen pocas estimaciones poblacionales de gato andino en toda su distribución. En el noroeste de Argentina una estimación basada en captura sistemática con cámaras trampa dio como resultado una densidad de 7-12 gatos andinos en 100 km2 (Reppucci et al. 2011). Este estudio también estimó la densidad del gato de pajonal en 74-79 individuos en 100 km². Adicionalmente Reppucci et al. (2011) estimaron las probabilidades de detección para ambas especies, que fueron más altas para el gato andino (0,07) que para el gato de pajonal (0,02). Otros estudios basados en la frecuencia de hallazgo de muestras fecales, indican registros del gato de pajonal más frecuentes que gato andino (Lucherini & Luengos Vidal 2003; Perovic et al. 2003; Novaro et al. 2010). Toda esta información confirma que el gato andino es mucho más raro que el gato de pajonal. Según análisis de calidad de hábitat (Marino et al. 2010), el estudio de Reppucci et al. (2011) se encuentra en una región favorable para presencia de gato andino, coincidente con la mayor cantidad de registros para la especie. En condiciones menos favorables, la densidad sería mucho menor.
Para la población de Patagonia norte no se conoce si la estimación obtenida para los altos andes puede ser utilizada, ya que las características altitudinales, climáticas, antrópicas y de competencia intra-gremio son muy distintas.
Actualmente en Argentina no existen programas de monitoreo activos, aunque La Alianza Gato Andino (AGA) está diseñando un programa de foto-trampeo a gran escala, con alcance a zonas donde aún no se han realizado estimaciones poblacionales de la especie. AGA además lleva adelante la permanente actualización de la base de datos de registros confiables de presencia de la especie en toda su distribución.
Datos morfométricos
Rasgos eto-ecológicos
Si bien se han realizado estimaciones sobre los aspectos reproductivos de esta especie. Los registros fotográficos muestran a hembras con una cría (excepcionalmente dos) predominantemente en época de invierno del hemisferio sur, predominantemente entre los meses de agosto y octubre.
Hasta el momento se han realizado estudios de telemetría en seis individuos de la especie: una hembra en Bolivia y dos machos y tres hembras en Argentina (Villalba et al. 2009; Tellaeche 2015). El área de acción promedio estimada utilizando Kernel al 95% fue para el total de las hembras de 43,8 ± 18,8 km2 y de 99,3 km2 para el único macho del que se pudo recuperar información. La única estimación de área de acción realizada a través de cámaras trampa arrojó un resultado para la especie de 40,71 km2.
Conservación e investigación
Amenazas por grado: de 1 (menor) a 5 (mayor)
En Argentina las principales amenazas para la conservación de la especie son la pérdida y degradación del hábitat provocadas por las industrias extractivas (minería, hidrocarburos). En segundo lugar, se encuentran la caza directa por represalia y la indirecta por perros domésticos o periurbanos, que en muchas zonas están generando graves problemas con la fauna nativa.
En cuanto a las actividades extractivas, el uso de grandes cantidades de agua, combinado con la apertura de caminos y picadas, disminuyen considerablemente la calidad del hábitat. Estudios recientes sugieren que el cambio climático global afectará de modo negativo a las poblaciones de gato andino del norte del país, mientras que las de Patagonia quizás vean incrementada la disponibilidad de hábitat óptimo (Bennett et al. 2019), siempre y cuando el avance de la explotación de petróleo por fracturación hidráulica (fracking) no genere daños irreversibles en el norte de la Patagonia (Walker et al. 2013).
La cacería de individuos de gato andino existe en todo el país, aunque aparenta ser mayor en Patagonia, donde comprende el 50% de los registros de la especie. El motivo es la percepción de que el gato andino es depredador del ganado doméstico, aunque esto carece de evidencia directa. La cacería por perros existe en todo el país. Ocurre por parte de perros dejados en el campo, canes que acompañan a los ganaderos y perros periurbanos que hacen jaurías para cazar. Debido a la mayor densidad poblacional humana de Patagonia, esta amenaza aparenta ser más intensa en esta región.
JUJUY
Reserva Provincial Altoandina de La Chinchilla
SALTA
PN Los Cardones (Registro fotográfico reciente)
TUCUMAN
PN Aconquija (cráneo, sin registros recientes)
Reserva Cumbres Calchaquíes (sin registros recientes)
SAN JUAN
PN San Guillermo (dato de ADN, sin registros recientes)
MENDOZA
Reserva Provincial Caverna de las Brujas
Reserva Provincial La Payunia
Reserva Privada Villavicencio
En Argentina la especie está protegida bajo el marco de la ley de fauna, y se encuentra listada en el apéndice I de CITES, prohibiendo su comercio y exportación.
La Alianza Gato Andino (AGA) es una red multinacional e interdisciplinaria cuya misión es contribuir al conocimiento y conservación del gato andino y su hábitat, mediante estrategias innovadoras de investigación, conservación, participación comunitaria y apoyo en la gestión de áreas silvestres. Actualmente AGA está desarrollando un nuevo plan estratégico, que sería una actualización de la versión realizada en el 2012, como paso posterior al plan de acción del año 2003.
Siendo que se ha demostrado recientemente el bajo número de individuos de gato andino (Villalba et al. 2016), es necesario tomar urgentes medidas para su permanencia a largo plazo. Estas medidas deben ser el resultado de adaptaciones locales de innovadores programas multinacionales de intervención, que buscan remediar los efectos inmediatos de las amenazas a su conservación. Actualmente en Argentina se están desarrollando actividades de mitigación de conflictos con carnívoros nativos para disminuir la cacería indiscriminada de gato andino y otros carnívoros simpátricos. También se están desarrollando programas de alternativas sustentables junto con comunidades locales y finalmente se está colaborando con el programa de mapeo genético del gato andino en toda su distribución. También se están diseñando nuevas acciones de educación, capacitación y de investigación en sitios clave, incluyendo un ambicioso programa de fototrampeo para monitorear poblaciones y completar el mapa de distribución de la especie.
El gato andino es considerado un animal sagrado de acuerdo con las tradiciones indígenas aymaras y quechuas del norte de Argentina. En algunas zonas los pobladores locales conservan especímenes secos y disecados para su uso en festivales de cosecha, aunque en Argentina esto se observa cada vez menos.
En muchas zonas los pobladores rurales tienen una percepción negativa del gato andino, que es perseguido por ser considerado dañino para el ganado, particularmente caprino (Lucherini & Marino 2008; Lucherini et al. 2016).
En primer lugar, es necesario evaluar las áreas sin presencia registrada pero con potencial para la especie, específicamente el “hueco” entre las UES, realizando los respectivos análisis genéticos.
Se considera relevante monitorear las tendencias poblaciones en áreas claves que pudieran ser fuente y realizar estudios sobre la prevalencia de enfermedades y parásitos que pudieran ser transmitidos por animales domésticos.
Mientras se desarrollan estudios que permitan conocer más al gato andino, es relevante que se desarrollen políticas de estado que favorezcan la conservación de esta y otras especies elusivas, para que sean incluidas con consideración especial en estudios de impacto ambiental y que sean tenidas en consideración al momento de diseñar áreas protegidas o corredores de conservación.
Bibliografía
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