Categorías de conservación
El número total de lobos marinos de dos pelos sudamericanos en el Territorio Nacional se estima en no menos de 125.000 individuos y las tendencias poblacionales en las distintas zonas serían positivas, mostrando una recuperación de la población. Esta especie no cumple con ninguno de los criterios de la UICN para ser clasificada en alguna de las categorías de amenaza. Por lo tanto, se concluye clasificarla como Preocupación Menor (LC).
MMA (2017)
González et al. (2013)
Taxonomía y nomenclatura
Arctocephalus australis (Zimmermann, 1783)
En 2011, siguiendo a Berta & Churchill (2012), todos los lobos finos del género Arctocephalus, con excepción de Arctocephalus pusillus (Schreber, 1775), fueron transferidos a Arctophoca Peters, 1866. No obstante, esta propuesta fue cuestionada (Nyakatura & Bininda-Emonds 2012) y en 2013 estas especies retornaron al género Arctocephalus (Committee on Taxonomy 2017). Algunos autores reconocían la existencia de dos subespecies en la región: Arctocephalus australis australis (Zimmerman, 1783) para la subpoblación de las Islas Malvinas y A. a. gracilis (Nehring, 1887) para la subpoblación continental. Actualmente, se considera a A. a. gracilis como sinónimo junior de A. a. australis (Oliveira & Brownell 2014).
Información relevante para la evaluación del estado de conservación
Al igual que el resto de la población atlántica de lobos finos, las colonias reproductivas de la costa argentina muestran signos de recuperación. Para las islas de Chubut, en base a censos realizados a finales de la década de 1940, comienzos de la década de 1970, y entre los años 1996 y 2013, se estimó una tasa de aumento poblacional del 8 % (Crespo et al. 2015). En las costas de Tierra del Fuego e Isla de los Estados, relevamientos del año 2012 estimaron una tendencia positiva (Milano 2014) con respecto a los censos realizados en 1997 (Crespo et al. 2015). En las Islas Malvinas, la tendencia poblacional sería positiva (Baylis et al. 2019).
Pacifici et al. (2013).
Crespo et al. (2015) no encontraron diferencias genéticas significativas entre las poblaciones de Brasil, Uruguay y Argentina proponiendo una única población Atlántica. Túnez et al. (2013) encuentran diferencias genéticas significativas entre Uruguay y el sur de Chile-Isla de los Estados. Sin embargo, Rodríguez et al. (2018) demuestran la ocurrencia de flujo génico entre las poblaciones de Isla Guafo (sur de Chile) y la población atlántica. Por otra parte, los estudios genéticos disponibles dan sustento a la idea de que la población peruana debe ser considerada una Unidad Evolutivamente Significativa aislada del resto de las demás colonias (Túnez et al. 2007; Oliveira et al. 2008).
Rango geográfico, ocurrencia y abundancia
En el Océano Atlántico Sudoccidental la especie se distribuye sobre una extensión costera de 5.000 km, desde las costas de Rio Grande do Sul, Brasil (de 29° a 32° S) hasta Tierra del Fuego, Argentina (55° S y 63,67° O), incluyendo a las Islas Malvinas (51,75° S y 59° O). En cuanto a su distribución en el mar, los lobos finos habitan tanto en la zona costera como sobre toda la plataforma patagónica, llegando hasta el borde del talud (Mandiola 2015; Mandiola et al. 2015; Baylis et al. 2018a, 2018b). En aguas argentinas, su distribución incluye unas 25 colonias en la costa patagónica, Isla de los Estados e islotes del Canal Beagle (Milano 2014; Crespo et al. 2015), así como unas 10 colonias reproductivas en Islas Malvinas (Otley 2008).
En la costa atlántica, las colonias reproductivas actuales no se encuentran distribuidas homogéneamente, sino que muestran una distribución en parches, con la mayor actividad reproductiva en los extremos norte y sur de la región (Túnez et al. 2008). El presente patrón de distribución ha sido atribuido a factores naturales (Túnez et al. 2008), aunque lo más factible es que sea el resultado de la intensa explotación comercial que sufrió la especie entre los siglos XVIII y XX (Ximénez 1964; Cruz et al. 2014; Vales 2015). En este sentido, la abundante evidencia arqueológica (Bayón & Politis 1996; Castilho & Simões-Lopes 2001, 2008; Borella 2007, 2014; Muñóz et al. 2013) e histórica sugieren una distribución histórica continua desde el sur de Brasil hasta Tierra del Fuego (Vales 2015).
Como consecuencia de la explotación comercial a la que fue sometida la especie entre los siglos XVIII y XX, su abundancia y distribución original se vieron reducidas a pequeñas colonias esparcidas dentro de los límites del área antes ocupada. El cese de la caza comercial y la implementación de leyes conservacionistas han permitido la lenta recuperación de los distintos stocks poblacionales en el Océano Atlántico (Rodríguez & Bastida 1998; Crespo et al. 2015). En aguas argentinas, la especie cuenta con unos 25 apostaderos en la costa continental, Isla de los Estados e islotes del Canal Beagle y una población total de ≈25.000 individuos (Milano 2014; Crespo et al. 2015). En las Islas Malvinas se censaron 36.425 crías en 2018, lo que representa el 48% de la producción de crías para la especie (Baylis et al. 2019). Por lo tanto, la mayor densidad de individuos para la especie en Territorio Nacional se encuentra en las Islas Malvinas, y el resto en islas de la costa de Chubut e Isla de los Estados.
Debido al aumento poblacional de la especie, en las últimas décadas se ha registrado la re-ocupación de áreas históricas. En la provincia de Buenos Aires, desde el año 1987 se registra un apostadero estacional en Punta Mogotes (Mar del Plata); aunque recientemente también se han observado importantes concentraciones en Necochea (Bastida & Rodríguez 1994; Rodríguez & Bastida 1998; Dassis et al. 2012; Mandiola 2015). Asimismo, a partir de 2006 se detectó en el Golfo San Matías un importante número de lobos finos en el Islote Lobos (41,4° S y 65,05° O) y nadando en los alrededores durante la estación post-reproductiva (Svendsen et al. 2013).
Datos morfométricos
Rasgos eto-ecológicos
También hábitos semi-acuáticos
Es una especie poligínica, con zonas de reproducción en tierra y formación de harenes de tamaño variable, entre 2 y 13 hembras, promediando 5 o 6 hembras por macho (Vaz Ferreira & Ponce de León 1987). Las hembras alcanzan la madurez sexual entre los 2 y 4 años. Los machos se desarrollan sexualmente entre los 5 y 6 años; aunque recién entre los 7 y 8 años tienen la capacidad de retener a las hembras y copular con ellas (Ponce de León 2000; Bastida et al. 2007). Las hembras dan a luz una única cría por temporada reproductiva (Vaz-Ferreira 1982). En base a observaciones realizadas en Isla de Lobos (Uruguay) e Isla Guafo (sur de Chile), la temporada reproductiva transcurre entre la segunda semana de noviembre y la primera de febrero, observándose el pico de nacimientos a mediados de diciembre y el de apareamientos unos pocos días después (Pavés et al. 2016).
Como otras especies forrajeadoras de sitio central (aquellas que condicionan sus viajes de alimentación para cuidar a sus crías), el lobo fino varía estacionalmente su área de acción. A través del seguimiento satelital de hembras adultas en las Islas Malvinas (Isla Pájaro) y Uruguay (Isla de Lobos) se supo que estas se desplazan pocos kilómetros de la colonia para alimentarse durante el período de amamantamiento, aunque algunos ejemplares pueden alejarse a más de 600 km; en tanto que, al avanzar el período de lactancia las hembras extienden sus áreas de alimentación (Thompson et al. 2003; Mandiola 2015). Fuera de temporada reproductiva, los machos adultos de las Islas Malvinas (Isla Afelpada Norte) muestran desplazamientos medios de 251 ± 239 km, aunque algunos individuos son capaces de desplazarse más de 900 km (Baylis et al. 2018b). Por otra parte, un estudio con hembras adultas seguidas satelitalmente desde las Islas Malvinas (Punta Voluntario e Isla Afelpada Norte) sugiere que el área de acción puede variar geográficamente entre los individuos de distintas colonias (Baylis et al. 2018a). En la columna de agua, se registraron lobos finos buceando entre los 50 y 600 m de profundidad sin una clara preferencia batimétrica (Thompson et al. 2003).
Conservación e investigación
Amenazas por grado: de 1 (menor) a 5 (mayor)
El número limitado de áreas reproductivas podría hacer que esta especie sea particularmente vulnerable a los efectos de epidemias y varias actividades humanas que podrían tener consecuencias sobre la población si se produce una perturbación (Cárdenas-Alayza 2016). La actividad petrolera desarrollada sobre la plataforma patagónica (ruta de transporte de barcos petroleros, áreas de exploración y explotación) siempre supone un riesgo, basta con recordar el derrame ocurrido en 1997 frente a Isla de Lobos, Uruguay (Mearns et al. 1999; Ponce de Leon 2000). Existe un gran solapamiento entre las áreas utilizadas por los lobos finos y las pesquerías sobre la plataforma patagónica (Mandiola et al. 2015; Baylis et al. 2018b), aunque las interacciones operacionales son pocos frecuentes (Crespo et al. 1997; Mandiola 2015). No obstante, en los últimos años se han observado individuos alimentándose durante las maniobras de pesca de buques arrastreros en aguas bonaerenses (Mandiola et al. 2017). Por otro lado, se ha sugerido la existencia de algún grado de competencia por recursos compartidos entre los lobos finos y las pesquerías (Naya et al. 2002; Szteren et al. 2004; Baylis et al. 2014; Vales et al. 2015).
La ingesta de basura marina (principalmente, plásticos derivados de la actividad pesquera y restos de bolsas) se ha registrado en lobos finos juveniles hallados muertos en la costa bonaerense, aunque no se observaron lesiones en el tracto digestivo (Denuncio et al. 2017). En el Golfo San Matías, también se han observado individuos con bandas de embalaje en el cuello.
Durante la década de 1970 y parte de la década de 1980, los lobos finos fueron cazados ilegalmente en el sur de Chile y Argentina para cebar trampas para centolla (Cárdenas et al. 1987). No obstante, con la sobreexplotación del recurso pesquero en cuestión, la presión de caza sobre el lobo fino habría disminuido (Cárdenas-Alayza 2016).
Área Natural Protegida Restinga Del Faro (Buenos Aires).
Área Natural Protegida Bahía San Antonio (Río Negro).
Área Natural Protegida Islote Lobos (Río Negro).
Parque Marino Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral (Chubut)
Reserva Natural Silvestre Isla de los Estados y Archipiélago de Año Nuevo (Tierra del Fuego).
En la actualidad, la especie se encuentra protegida legalmente en casi toda su área de distribución, estableciéndose la prohibición de capturas en Islas Malvinas (1921), Argentina continental (1937), Perú (1959), Chile (1978) y Uruguay (1991). A nivel nacional, la conservación de la especie se encuentra regulada por: Ley N° 22.421 Conservación de la fauna; Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) aprobada por Ley N° 24.543/1995 (artículos 65 y 120); Convención de Especies Migratorias (CMS), aprobada por Ley N° 23.918 (CMS Apéndice II); Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), aprobada por Ley N° 22.344 (CITES Apéndice II); Resolución Nacional ex SRNyAH N° 351/1995 que prohíbe la caza, captura o apropiación y tránsito, en jurisdicción nacional, de determinadas especies de cetáceos y pinnípedos.
En el año 2015, a partir del trabajo conjunto de instituciones académicas, agencias nacionales y provinciales de administración pesquera y ONGs, se estableció el Plan de Acción Nacional para Reducir las Interacciones de Mamíferos Marinos con Pesquerías en la República Argentina (PAN-Mamíferos). El objetivo es contribuir al manejo ecosistémico de las pesquerías, evaluando las interacciones entre estas y los mamíferos marinos, a fin de disminuir los impactos negativos sobre ambos.
En Argentina, el avistamiento de lobos finos con fines turísticos solo se desarrolla en Ushuaia, en donde se ofrecen paseos náuticos por el Canal Beagle y se puede observar a los individuos apostados en la Isla de los Lobos. Existe cierta valoración negativa hacia los lobos marinos finos y comunes por parte de los pescadores, quienes argumentan que estos depredadores consumen muchos recursos marinos disminuyendo su disponibilidad para las pesquerías. Dado que los lobos finos pueden ser portadores de tuberculosis y los virus influenza A y B, la manipulación y el consumo de trozos de grasa y carne de un pinnípedo salvaje siempre implica un riesgo potencial para la salud humana (Arbiza et al. 2012; Siciliano et al. 2016).
El lobo fino es un depredador de alto nivel trófico en los ecosistemas marinos de la plataforma patagónica. Se trata de un depredador generalista oportunista que se alimenta principalmente de presas pelágicas y demersales del ambiente nerítico y borde de la plataforma. Su dieta varía en función de la disponibilidad de recursos a lo largo de la costa argentina. Se alimentan principalmente de peces esciénidos, anchoítas y calamares en aguas bonaerenses (Pérez Salles et al. 2015); calamares, anchoítas, merluzas y crustáceos decápodos en Patagonia (Vales et al. 2015); y sardina fueguina, calamares, peces nototénidos y bogavantes en Tierra del Fuego e Islas Malvinas (Baylis et al. 2014; Paso-Viola & Raya Rey 2016). Entre sus depredadores se registran la orca (Bastida et al. 2007) y el tiburón gatopardo (Crespi-Abril et al. 2003).
En la Argentina, hace falta información biológica básica, como ser, la determinación de estructura de edad de la población y estimación de parámetros vitales como tasas de supervivencia y mortalidad por edad. Asimismo, falta precisar el período de temporada reproductiva (período de formación de harenes, período de pariciones y de cópulas). El uso de rastreadores satelitales en individuos de colonias reproductivas de Argentina continental y Tierra del Fuego permitiría conocer sus áreas de alimentación y evaluar potenciales conflictos con las actividades pesqueras y petroleras.
Debido al actual crecimiento poblacional del lobo fino en el Océano Atlántico, y el uso compartido de recursos y áreas de alimentación con las pesquerías, sería necesario reevaluar las interacciones operacionales y biológicas entre estos dos actores. Por otro lado, se desconoce la tasa de consumo de alimento del lobo fino, información imprescindible si se quiere cuantificar la extracción de recursos del ecosistema marino a nivel poblacional.
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